Las Vegas ha sido una de las sorpresas de este viaje. Esperando encontrarnos con una ciudad hortera y empalagosa, resulta ser un sitio extrafalario pero agradable y divertido, al menos asi nos sentimos nosotros alli. El derroche de medios y esfuerzo por atraer al visitante hace que solo pasear por la calle sea un espectaculo. Para estar un par de dias desde luego que merece la pena, y refleja la forma de ser de los americanos a la perfeccion: mucha apariencia desde fuera, todo a lo grande y extraordinario, y por adentro un poco hueco y superficial. Pero los detalles estan cuidados al maximo y las ambientaciones de los casinos se las tienen bien curradas: en el Venetian hacen una replica de Venecia con gondoleros que incluso cantan, y que te pasean por un canal de verdad que cruza el hotel y que pasa debajo de una boveda que simula el cielo real e imita perfectamente la luz del dia.
Una sobrada, pero es para verlo! El Paris-Paris tiene unas reproducciones a escala de la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, y el Palacio de la Opera de Paris. El Mirage tiene un volcan de carton piedra pero que entra en erupcion con fuego, humo y todo tipo de efectos de sonido. Y lo mas de lo mas: el Luxor, un hotel-casino con forma de piramide hueca por dentro. Nos colamos en la zona de habitaciones de los huespedes, y ver la recepcion desde lo alto de la piramide nos dio mas vertigo que ver Nueva York desde el Empire State.
Que flipaos estos americanos!! Lo que nos parecio mas alucinante es que los casinos estaban a tope: aqui nos dicen que los americanos curran mogollon y apenas tienen 14 dias pelados de vacaciones al ano, y entonces no nos explicamos de donde salia tanta gente haciendo nada en Las Vegas. La maquina de hacer dinero funciona!
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