viernes, 11 de abril de 2008

HACIA EL SOL NACIENTE

Aterrizamos en Tokyo alrededor de las siete de la manana con el cuerpo triste, en parte por la marcha de Bali, y en parte por el vuelo nocturno. Pero mas nos vale espabilarnos pues el primer reto ya se nos presenta al ir a coger el metro al centro: nos encontramos con un plano enorme, con un monton de lineas diferentes, y todos los nombres de las estaciones en japones. Al final, descubrimos una tecla milagrosa en las maquinas expendedoras de billetes: "english", que por lo menos traduce la informacion minima para poder comprar un billete. La gente a la que preguntamos intenta ayudarnos, pero otra gran sorpresa es descubrir que encontrar aqui a alguien que hable un poco de ingles es mas o menos como que te toque la loteria.

En cuanto pisamos la calle empiezan las nuevas sensaciones. Hace mucho frio, y desde los tiempos de la furgoneta por los parques nacionales del oeste americano, ya nos habiamos desacostumbrado. La gente no sonrie, y despues de tres semanas en Bali este se habia convertido en un gesto rutinario. El suelo esta inmaculado, algo que en principio no deberia sorprender tratandose de Japon, pero aun asi no deja de asombrarnos ya que apenas hay papeleras y no se ven barrenderos - conclusion: todo esta tan limpio por la sencilla razon de que los nipones no manchan nada, no generan ninguna basura por la calle.

Llegamos al albergue en el que hemos hecho reserva, y ocurre que en este pais todos los albergues tienen unas normas especiales diferentes al resto del mundo: registro de entrada solo unas horas limitadas por la tarde-noche, hora limite de vuelta por la noche pues cierran las puertas, no poder estar en el albergue la mayor parte del dia por tener una horas reservadas para limpieza (generalmente, de 10 de la manana a 5 de la tarde), y tener que descalzarse siempre a la entrada ya que dentro solo estan permitidas las zapatillas de casa que ellos te proporcionan amablemente.


Japon goza de fama de pais caro, pero pensamos que de forma inmerecida. Si es verdad que el transporte de largo recorrido lo es, pero todo lo demas esta a los mismos niveles que en casa, e incluso comer rico y con fundamento es mas barato.

A todas las particularidades de Japon nos acostumbramos enseguida, y a pesar del poco contacto que podemos tener con la gente por la barrera del idioma y su cultura tan introspectiva, tambien aqui nos encontramos muy a gusto y el viaje adquiere un sabor de aventura que es tan extrano de lograr en un pais del primer mundo. El topico de que en Japon conviven modernidad y tradicion de forma mucho mas evidente que en otros lugares del mundo, es totalmente cierto. Es imposible no darse cuenta de la devocion que tienen hacia los detalles, la importancia que dan a las pequenas cosas, y el guardar las formas. Su manera de comportarse dista mucho de la nuestra y son para nuestros estandares extremadamente educados: hacen reverencias cuando se despiden o se saludan, cuando te dan las vueltas en un restaurante, cuando das las gracias a alguien por la calle por haberte ayudado con una direccion, y en general casi en cualquier situacion. Todo esto le da un encanto muy especial a este pais.

Es cierto que aqui la gente trabaja sin descanso y que dedican la mayor parte de su vida al trabajo. Pero a la vez, por todos lados y a cualquier hora hay gente de compras (el deporte nacional) y de paseo con la familia o los amigos: hay mucha vida en la calle, tanto o mas como la que tenemos en casa, y se percibe que aprecian mucho su tiempo libre y lo disfrutan a tope. Por ejemplo, un fenomeno tipicamente japones es el "pachinko": unas maquinitas muy parecidas a nuestras tragaperras, que funcionan con unas bolitas de metal que debes comprar. En todas las ciudades japonesas abundan los locales de pachinko, llenos de estas maquinitas y japoneses enganchados a ellas. El juego es puro azar, se trata de ir insertando bolitas y que la suerte haga que caigan en unos agujeros concretos, no hay forma de dirigirlas ni controlar su direccion. Las salas de juego las hemos visto abarrotadas a cualquier hora del dia, lo mismo con amas de casa, gente joven, o ejecutivos en traje al salir de la oficina. Se quedan hipnotizados mirando a las bolitas caer, mientras la gran mayoria se fuman un cigarro. Asi que dentro de estos locales el ambiente es de lo mas insano, por el humo y por el enorme ruido que hay: imposible aguantar mas de dos minutos seguidos, y no es ninguna exageracion!!!

Como la estancia en Japon apenas sera de dos semanas, no tenemos expectativas de conocer muchos lugares. Pasamos los primeros cinco dias en Tokyo, y los siguientes los repartimos entre Kyoto, Nara y Osaka. Tokyo no es una ciudad especialmente bonita a primera vista, y al contrario que otras va gananado atractivo con cada dia que pasas en ella. Guardamos especial recuerdo del domingo en el templo Kannon de Asakusa, repleto de familias que despues de hacer sus rezos, banarse en humo purificador, y consultar su suerte, disfrutan del sol de invierno en el mercado que hay a su alrededor. La visita al mercado de pescado de Tsikuji, el mayor del mundo y donde se dice que se puede encontrar todo lo que viva en un rio, mar o lago. Y debe ser cierto, porque nos pasamos como dos horas viendo pescados de todas las clases, tamanos y colores, y la mayoria totalmente desconocidos para nosotros. Para rematar la manana, nos concedemos el lujo de un hamaiketako a base de sushi fresco en los alrededores del mercado: para chuparse los dedos!!!

Para desplazarnos hasta Kyoto, lo hacemos en tren bala (el famoso "shinkansen"). Para el que haya montado en AVE, no tiene nada especial, excepto que pasa a unos pocos kilometros del monte Fujiyama y se puede ver una panoramica de las que quitan el hipo. Pero hoy no es el caso: las nubes llegan hasta casi el suelo, la visibilidad es de solo unos metros, y poco antes de llegar a Kyoto empieza a caer aguanieve. Kyoto fue la capital de Japon durante siglos, y alli estan el antiguo Palacio Imperial y los templos mas famosos del pais. Ibamos a quedarnos solo un par de dias y al final acaban siendo cuatro.

De todos los templos que hemos visto en Kyoto, y han sido unos cuantos, el que nunca olvidaremos es el Fushimi Inari Taisha (Santuario de las 1001 Puertas): no contamos si realmente eran 1001, incluso puede que sean mas, pues ascienden majestuosamente por la montana en un recorrido sinuoso que nos costo algo mas de dos horas completar. Tambien tiene un ambiente muy especial el templo Kiyomizu y el barrio tradicional que hay en sus alrededores, lleno de tienditas de artesania y casas tipicas, con callejuelas empinadas donde te cruzas con geishas como si tal cosa. En general los templos y jardines japoneses no son especialmente vistosos, pero en el conjunto consiguen crear una atmosfera de serenidad y armonia dificiles de describir en palabras.

En Nara tenemos la suerte de ver uno de los festivales con que los japoneses celebran los cambios de estaciones del ano: en el templo Todaiji encienden unas antorchas gigantes que se dice tienen poder magico para ahuyentar los malos espiritus. Esperan hasta que se hace totalmente de noche para encender las antorchas, asi que algunos incluso acampan desde bien temprano con la manta de picnic y algo para picar en la base del templo (este esta construido en una ladera con mucho desnivel y se apoya sobre unos pilares enormes), para que cuando empieza el espectaculo les caigan encima las cenizas purificadoras.


Osaka es una urbe enorme, mucho mas imponente que Tokyo. Apenas conserva vestigios de su pasado, pero el famoso Castillo de Osaka es suficiente prueba de que alguna vez lo tuvo. Los cerezos del parque que lo rodea estan empezando a florecer y nos acabamos enganchando al pasatiempo favorito de los japoneses, que es la contemplacion y admiracion de "sakura" (la flor del cerezo). Tenemos la suerte de que acaba de iniciarse en estos dias el primer campeonato de sumo del ano, y es en Osaka, asi que nos apanamos para hacer un hueco en la agenda y alla nos vamos a pasar un par de horas viendo combates que se suceden durante todo el dia, empezando temprano por la manana con los amateurs, y llegando al momento mas esperado a ultima hora de la tarde con el enfrentamiento entre los profesionales de mas alto rango. Nos sorprende que los combates propiamente dichos duren muy poco, siendo el ritual de preparacion para la lucha la parte que mas tiempo lleva. A la salida, coincidir en el mismo vagon del metro con luchadores de sumo en su atuendo tipico ha sido todo un punto!!!

Y ya toca volverse a Tokyo para ir pensando en el proximo destino. Aprovechamos nuestra ultima tarde para ir a una sesion de teatro "kabuki" (teatro tradicional japones). De la trama, nos enteramos muy poco la verdad, pero nos hemos entretenido buscando los posibles significados a la representacion y disfrutando de la musica y la escenografia. Casi tan curioso como la propia obra, ha sido ver como gente del publico grita a los actores en los momentos cumbres de la representacion con lo que nosotros creemos son vitores pues lo hacen con todo el corazon. Estos japoneses no dejan de sorprendernos!!

Tambien la cocina nos ha cautivado, y al irnos de Japon dejamos dos amores que nunca olvidaremos: los pasteles de arroz rellenos de pasta dulce de alubia (los "daifuku" de Benat), y las empanadillas de arroz rellenas de carne (los "gyoza" de Ines). El sushi es el tercer amor, este compartido, pero que ya lo traiamos de casa. Nosotros siempre pensando con el estomago!!!






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